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Infidelidad y sexo anal.
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Infidelidad y sexo anal. Ana es una muy buena amiga mía. Hace unos años, Ana me contó que estaba pasando una mala racha con su marido, Ángel. Probablemente por estrés, Ángel tuvo problemas de erección. Vamos, que durante bastante tiempo, apenas tuvieron vida sexual. Ana es una mujer muy activa y apasionada, y durante ese tiempo, intentó ayudar a su marido, le aconsejó que fuera a visitar a un especialista, se compró ropa interior es-pec-ta-cu-lar (lo sé bien porque la acompañaba yo de compras), en resumen, intentó todo lo que se le pasó por la mente para que la situación durara lo justo. Pero Ángel tardó en reaccionar, lo que sumado a la lentitud del proceso de recuperación, hizo que Ana buscara lo que le faltaba por otro lado. Conoció a un chico con el que empezó a tontear, y al poco se lió con él. Cuando me lo contó, me quedó claro que era una medida desesperada, no había dejado de querer a Ángel en ningún momento… A mi me pareció bien. No se iba a enamorar de su amante, y había vuelto a recobrar su alegría. Algún día Ángel se recuperaría y Ana podría volver a la normalidad, a disfrutar de su vida sexual con su amor de toda la vida (como a ella le gustaba, por cierto). Pero el diablo siempre viene a enredarlo todo, como siempre. Durante su romance, su amante le descubrió el placer anal, y a Ana le pareció la cosa más maravillosa del mundo. Según me contó, sus orgasmos anales eran tan grandiosos que dejaban a los vaginales en segundo lugar. Me sorprendió que me contara eso con tanto ímpetu, en parte porque no era muy normal en ella dar tanta información, y en parte porque no veía el problema; ¿acaso no podía pedirle a Ángel sexo anal? (Ya sé que de todo hay en la vida del señor, pero yo no conozco a muchos hombres que se NIEGEN al sexo anal activo). Pues el problema era enrevesado. Ángel le había pedido a Ana sexo anal en muchas ocasiones. Pero no se había informado, o era un torpe, y no había pasado de intentar meterla así, de golpe y porrazo. Ni estimulación previa, ni lubricante, ni nada por el estilo. Eso duele. Y duele más cuando se convierte en un problema, porque Ángel se empeñaba en intentarlo, pero no en aprender los pasos necesarios para conseguirlo. Al final se encontró con una negativa tajante de Ana, que no quiso saber más del tema. Sin embargo su amante si sabía. Según me contó Ana, jamás le propuso sexo anal, sino que un día le dio un beso en el culo, otro día dos, más tarde le lamió un poquito, algunos días se olvidaba, luego volvía, metía la lengua un poco… hasta que poco a poco Ana fue encontrándole el gusto, y empezó a pedirlo ella misma. Así que el chico fue insistiendo hasta que Ana tuvo su primer orgasmo anal (según me dijo con un<b> cunnilingus </font></b>y un dedito en el culo a la vez). A partir de ahí, su amante fue dándole placer anal con juguetes de distintas tallas hasta que ¡bingo!, consiguió lo que Ángel nunca consiguió. Ana, después de la experiencia, desarrolló cierto rencor hacia Ángel por no haber sido amable, dulce, paciente y no recuerdo cuántos adjetivos más, y no quería darle ese placer, el de penetrar el culito al que no había hecho sino lastimar en el pasado. Más complejo fue el asunto cuando Ángel se recuperó de sus problemas. Ana hubiera deseado disfrutar con él de su nuevo descubrimiento. Pero, según me contó (y yo le había aconsejado), el día que Ángel, renovado y pletórico, después de su curación, volvió a hacer un intento, volvió a cometer los mismos errores, y Ana, ante la falta de atención, se cerró. Volvió a sentir dolor. Y mucha rabia, tanto que me llamó llorando. Poco tiempo después, Ana dejó a Ángel. Ahora está feliz, con otro novio que la trata bien, y disfruta de lo lindo de su vida sexual en pareja. ¿Y porqué so cuento todo esto? No por hablar de la fidelidad, que me importa un pito. Esta anécdota cambió mucho mi forma de pensar. Ángel se perdió lo que tanto quería por ansioso. Lo ansiaba tanto que fue casi el único punto de desencuentro con su mujer (ahora pienso que sus problemas de impotencia podían estar causados por no conseguir su fantasía). Y estoy seguro de que ella puso mucho de su parte para complacerle. Lo más doloroso es que lo tenía al alcance de la mano. En el otro extremo está mi amiga Ana. Ella había asociado el sexo anal con el dolor y con las discusiones. Y sin embargo se dejó llevar por alguien que tuvo la sabiduría y la paciencia (y el cariño) de enseñarle a disfrutar. Y eso en un corto espacio de tiempo. Me di cuenta que eso es válido para todas las fantasías. Si quieres hacer algo, y ese algo implica a la persona que tienes a tu lado, necesitas dar los pasos adecuados. Informarte, plantearlo con mucho cariño, con tiento, y esperar a que la otra persona se vaya adaptando. Parece evidente y fácil, pero a veces, nuestros prejuicios, lo poco que nos han enseñado nuestros mayores o el estrés de esta sociedad que vende la inmediatez a toda costa, lo hacen muy difícil. Creo que, aunque en contadas ocasiones yo he sido como Ángel (nadie es perfecto), me identifico más con Ana. |
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Así es....nada es imposible si hay comunicación, lo malo que esta debe ser recíproca y coincidentes , además de un interés mutuo de escucharse y evolucionar juntos. Para encontrar el verdadero viaje sólo hace falta mirar con otros ojos.{=}Isla380
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8/29/2014 6:21 am |
Paciencia! punto! pero los hombres no entienden
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Nada que no signifique dolor para ellas acuerdate que ante todo es una mujer y merece todo el respeto del mundo ni modos se jodio por desesperado saludos
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